Thursday, February 14, 2013

Valentín

Valentín. Isabel De Obaldia. 1996.
Museum of Art/ Fort Lauderdale.
Photo by Jos
é Soriano

Entre las muchas gemas de Roma se encuentra la iglesia de Santa Maria in Cosmedin*, devenida en basílica menor y ‘escondida’ en una pequeña esquina de la antigua ciudad, en la Piazza della Bocca della Verità. Muchos turistas logran encontrarla, repletando el pórtico, solo para introducir sus manos en el orificio de lo que posiblemente fuera la cubierta de un drenaje medieval, hoy un ‘detector de mentiras’ según la leyenda popular. Pero pocos, desmotivados por la simplicidad de su interior, atisban la urna-relicario que conserva la calavera del santo protector de los enamorados, pintorescamente portando una corona de flores.
Church of Santa Maria in Cosmedin
Photo by Jos
é Soriano
*De origen griego: kosmedion=bello; el área en cuestión estuvo poblada por una comunidad griega en el siglo VI.
Skull and some bones of St. Valentine.
Church of Santa Maria in Cosmedin
Photo taken from the Internet

Por su labor proselitista cristiana, y por contradecir al emperador romano Claudius II, el sacerdote Valentinus fue condenado a morir por lapidación y decapitación un 14 de febrero en la segunda mitad del siglo III d.C. Se necesitaron otros 200 años para convertir al mártir en santo, y como solía suceder entonces, la osamenta fue disputada y diseminada por distintas regiones de Europa.

Así, sobre el identificado sepulcro en la Via Flaminia, donde terminó el cuerpo decapitado, se construyó la Basilica di San Valentino en la región de Umbría. Y hacia el centro peninsular, destino a Terni, peregrinan cada año los jóvenes comprometidos para proteger, confirmar y renovar sus votos de amor, dejando olvidada la ‘cabeza’ en la ciudad eterna. Pero bueno, ¿se puede ser racional cuando se está enamorado?

Por mi parte yo me quedo con el amor alquímico, el hormonal, ese que según recientes investigaciones se vuelve más testosterónico en los meses de verano, y me refugio en La Canción del Amor Olvidado, quizás repasando simuladas infidelidades que alguna vez fueron la verdad sostenida entre mis labios.


Bocca della Verità
Photo by José Soriano


LA CANCIÓN DEL AMOR OLVIDADO

Dulce María Loynaz

Para el amor más olvidado
cantaré esta canción:

No para el que humedece los ojos todavía...
Ni para el que hace ya
sonreír con un poco de emoción...

Canto para el amor sin llanto
y sin risa;
el que no tiene una rosa seca
ni unas cartas atadas con una cinta.

Sería algún amor de niño acaso...

Una plaza gris... Una nube... No sé...

Para el amor más olvidado cantaré.

Cantaré una canción
sin llamar, sin llorar, sin saber...
El nombre que no se recuerda
pudo tener dulzura:

Canción sin nombres
quiero cantarte
mientras la noche dura...

Cantar para el amor que ya no evocan
las flores con su olor
ni algún vals familiar...
Para el que no se esconde entre cada crepúsculo,
ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más...

Para el amor más olvidado
-el más dulce...-,
el que no estoy segura de haber amado.